Sobre tu proceso creativo, ¿qué tienes en consideración al diseñar una nueva pieza o colección de piezas cerámicas?
Cuando trabajo en una pieza, me enfoco en su función y en la experiencia del usuario. Me pongo en su lugar para pensar de qué manera puedo mejorar esa experiencia o aportar algo nuevo, al menos un pequeño detalle. Luego, intento definir lo estético de la manera más sutil e inadvertida posible, de modo que se perciba en el objeto como algo innato, nada superficial ni añadido. Busco una armonía natural entre la forma y la función. Cuando se trata de las colecciones, mi intención es que las piezas dialoguen entre sí, que se sienta una relación entre ellas sin que sea demasiado evidente, y que, a su vez, se evite la monotonía.
¿Cuáles o quiénes son tus referentes?
Uno de los momentos que más me marcó fue mi viaje a Japón y los valores que aprendí allí. Ver la cerámica desde la perspectiva de la veneración hacia los oficios milenarios, algo muy diferente a lo que vivimos en el Perú. Al estar allí, pude apreciar de cerca el gran respeto y la gran valoración que el pueblo japonés tiene por los procesos artesanales, lo que les permite llevarlos al más alto estándar de calidad y a la maestría de las técnicas. No solo en la cerámica, sino también en la variedad de oficios, como la carpintería, la elaboración de papel, el trabajo con telas, la preparación del té o de los alimentos, entre tantos otros. En Japón, cada disciplina se eleva al más alto nivel posible, con un rigor y una dedicación excepcional. Esa experiencia me inspiró profundamente, y sigue inspirándome hasta ahora, aunque hayan pasado ya más de 10 años. Ese viaje cambió mi visión acerca de los oficios y del mundo de los objetos, también mi relación con ellos. De hecho, borró la separación mental que tenía entre el arte y la artesanía.
¿Hay algún proyecto emocionante en el que estés trabajando actualmente?
Ahora mismo estoy en la continuación de un proyecto que se inició en el 2022, cuando me fui de residencia a GoctaLab, en Amazonas. Fue la primera experiencia que tuve con quemas en horno artesanal de gas y con gres salvaje, un tipo de arcilla que sirve para hacer cerámica de alta temperatura y que no es muy frecuente encontrar en estado silvestre. Fue muy enriquecedor y refrescante en mi carrera de ceramista. Ahora estamos haciendo una colaboración en mi taller, implementando un horno a gas y trayendo la arcilla de Amazonas para poder hacer en Lima los acabados que desarrollamos durante la residencia. Es súper emocionante.
Fuera de tu trabajo con Manufactura, ¿cuáles son tus influencias? ¿Qué escuchas, miras y lees?
Además de Manufactura, soy profesora de torno en el taller Mundo de Barro, en Miraflores, y soy mamá de dos niñas. El poco tiempo que tengo para escuchar, mirar o leer, lo uso para estudiar con audiolibros o podcasts, principalmente temas de negocios, mindfulness o crianza. También me encanta cocinar y tejer a crochet, pero solo logro darle tiempo a eso por temporadas cortas.